top of page

Volver a Dios sin renunciar a mi camino

Estoy segura de que este será el artículo más personal que escribiré en mucho tiempo...


Hace un par de años sentí una llamada (muy extraña en mí) : leer la Biblia.

No sabría decir por qué, solo que algo dentro de mí me empujaba a hacerlo.

He de confesar que, por cosas dolorosas que viví en mi infancia, durante mucho tiempo me alejé de Dios. Incluso llegué a renegar de Él. Supongo que cuando una es niña y no entiende por qué pasan ciertas cosas, se termina rompiendo esa confianza en lo divino.


persona leyendo la biblia en semana santa
Hay muchas diferentes. Al principio compré una con lenguaje muy complejo para mí. La cambié por la Santa Biblia NTV, mucho más fácil de interpretar.

Ese impulso de leer la Biblia se fue apagando con el tiempo, como si no fuese el momento todavía. Pero hace unos tres meses, esa llamada volvió. Esta vez con más fuerza, con más claridad. Me compré una Biblia y empecé a leerla. Y aunque siempre me ha interesado cualquier contexto histórico (porque soy muy curiosa por naturaleza), lo que sentía iba más allá.

Algo latía dentro de mí.

Algo profundo. Algo que todavía no sé explicar con palabras.


En este proceso también he empezado a ir esporádicamente a la iglesia. No por religión en sí, sino porque desde siempre los templos, sean iglesias, mezquitas, sinagogas o ermitas, me han transmitido una paz difícil de encontrar en otros lugares.


Me conmueve el silencio, el recogimiento, el espacio sagrado que se crea dentro de esos muros.

De hecho, hay tres lugares a los que suelo acudir cuando necesito silencio (que es bastante a menudo):

🌊 El mar, cuando necesito ver la inmensidad y sentirme parte de algo mayor.

🌿 La naturaleza, cuando quiero conectar con lo diminuto y la grandeza a la vez.

⛪ Y un templo, cuando necesito mirar hacia dentro, hacer introspección… y, de nuevo, abrazar el silencio.


Pero mientras todo esto se iba despertando dentro de mí, también empecé a sentir cierta incomodidad.

Algo en mí entraba en cuestionamientos.


Y era que , desde el punto de vista del cristianismo más tradicional y dogmático, mi trabajo como tarotista y guía espiritual podría considerarse incompatible con sus creencias.

Y eso me removió mucho.


Me hizo pensar profundamente.

Medité, recé.

Volví a mis inicios, a recordar por qué decidí dedicarme al tarot y a las herramientas holísticas. Y la respuesta fue clara: porque con esto acompaño a muchas personas. Porque a través del tarot, la palabra, la escucha y la intuición, puedo ofrecer espacios de reflexión, de claridad, de conexión con uno mismo.


Nunca he pretendido ser quien “sana”. No me considero nadie para eso.

La sanación, si llega, es siempre una decisión y una experiencia íntima de cada persona.

Yo no interfiero, no dirijo ni impongo.

Simplemente abro caminos para que quien lo desee pueda mirar hacia dentro y encontrar sus propias respuestas.


Otra cosa que me sorprendió gratamente, es que durante años he intentado meditar. Lo probaba una y otra vez, pero nunca terminaba de encontrar "mi forma". No me sentía cómoda, no conectaba, y eso me frustraba.

Hasta que, sin esperarlo, ¨recordé" que rezar el rosario era una especie de comunicación y meditación a través de oraciones, que bien podríamos ver como mantras.


Y ahí sucedió algo mágico: ese acto, tan aparentemente tradicional, se convirtió en mi momento de silencio, de conexión, de entrega. Y ahora lo hago cada día, sin que me lo tenga que proponer. Simplemente, nace solo.



¿Por qué el cristianismo tradicional rechaza mi trabajo?


Es importante entender que muchas corrientes del cristianismo, sobre todo las más antiguas o conservadoras, han asociado el tarot y las prácticas esotéricas con lo oculto, lo prohibido, lo que supuestamente se aleja de Dios. Lo ven como una forma de adivinación que interfiere con el libre albedrío o incluso como algo que "invoca" fuerzas ajenas a lo divino.


Pero esa visión viene de una interpretación muy rígida y descontextualizada. Muchas personas dentro del cristianismo no se han tomado el tiempo de entender cómo trabajamos quienes usamos el tarot desde una visión espiritual, simbólica y acompañante.



Mi forma de vivir la espiritualidad


Yo no uso el tarot para predecir el futuro como si fuera algo fijo. Lo utilizo como un espejo del alma, como una herramienta que ayuda a mirar con más claridad, a explorar el presente desde otra perspectiva, a escucharse de verdad. Y todo eso, desde el amor y el respeto absoluto al camino personal de cada persona.


No invoco fuerzas oscuras. No hago pactos extraños. No manipulo a nadie. Todo lo contrario. Me dedico a crear espacios seguros donde las personas puedan escucharse, preguntarse, y tomar decisiones más conscientes sobre su vida. Y eso, para mí, también es un acto de fe. También es una forma de servicio.



Hoy puedo decir que he vuelto a Dios, pero no desde la culpa, el miedo o el dogma… sino desde el amor, la escucha y la libertad. Y no he tenido que renunciar a lo que soy, ni a mi forma de acompañar a otros. Porque cuando hay verdad en lo que haces, cuando hay una intención limpia y un corazón dispuesto, no puede haber pecado ahí. Solo hay camino. Solo hay vida.


Así que acabo contándote que este proceso que estoy viviendo me está enseñando que no todo es blanco o negro, que no hay una única manera de vivir la espiritualidad. Que Dios está en todas partes, incluso en los márgenes. Que se puede rezar el rosario y trabajar con el tarot, si ambas cosas nacen desde el amor, la conexión y el deseo sincero de crecer.


También hubo algo que me tocó profundamente en este camino de reencuentro: ver la serie The Chosen. Me sorprendió. No por grandes efectos, sino por la forma en que retrata a Jesús y a sus discípulos… como personas reales, cercanas, con dudas, con heridas, con humanidad. Eso me ayudó muchísimo a acercarme a las Escrituras desde un lugar más amable, más accesible. Sin solemnidad. Solo con verdad.

serie the chosen los elegidos
Haz click en la imagen y te redirigirá a la web donde puedes ver "The Chosen" de manera gratuita

Como despedida, te dejo estas líneas para reflexionar:

“Porque yo sé los planes que tengo para vosotros”—declara el Señor—“planes de bienestar y no de calamidad, a fin de daros un futuro y una esperanza.”Jeremías 29:11

Para mí, este pasaje transmite un mensaje muy claro: Dios no es un juez que castiga por desviarse del camino establecido por otros, sino un Padre amoroso que conoce el propósito de cada alma y acompaña incluso en los caminos menos convencionales. Habla de confianza, de guía y de esperanza, y creo que refleja perfectamente mi experiencia: ese retorno a la fe, esa conexión desde el corazón, y la certeza de que mi camino, también está sostenido por lo divino.


Un abrazo ✨

Silvana

 
 
 

Comments


bottom of page